domingo, 28 de marzo de 2010

El arte como herramienta de integración social



El Arte es un producto de la cultura, que lo es, a su vez, de la Sociedad. Es una destilación lenta de lo que sentimos, pensamos y vivimos en cada momento, es el poso que deja la Historia. Contiene, de forma holográfica, nuestros pensamientos y nuestros valores.

De forma imprevista, algunos proyectos han evidenciado la capacidad del arte para transmitir mucho de lo bueno que una sociedad puede dar: el valor del esfuerzo, la voluntad, el trabajo en equipo, la construcción solidaria, equitativa y respetuosa... El terreno del arte, de lo “exento de importancia”, es perfecto para ensayar el papel que una persona en vías de integración pueda tener en la sociedad que le acoge. Si además la sociedad “representa” en este ámbito la confianza en el individuo y le da visibilidad pública, de forma que éste transforme ambas en confianza y seguridad para comenzar o seguir el camino, habremos dado un gran paso hacia nuestro fin.

El proyecto de la Filarmónica de Berlín en 2002 es importante por varias razones. No se escatimó en medios, se contó con los mejores pero, sobre todo, hay que destacar la valentía de sus promotores por la elección de la obra a poner en escena y la participación de niños y adolescentes mayoritariamente de entornos desfavorecidos. Era muy probable fracasar en el intento, pero esto no pasó. Conozcamos más detalles que nos puedan dar claves sobre cómo plantear nuevos retos.

La Consagración de la Primavera. Filarmónica de Berlín, Simon Rattle, Royston Maldoom. 2002

Sir Simon Rattle escoge “La Consagración de la Primavera” en su debut como director de la Filarmónica de Berlín. La orquesta está en el foso y sobre el escenario, más de 250 escolares alemanes, de todas las edades y razas, se mueven al ritmo de la música de Stravinsky en una coreografía creada para ellos por Royston Maldoom. Horas, días y meses de trabajo desembocarán en un experimento artístico y pedagógico único en el mundo. Los chicos, orgullosos desconocedores de música clásica y de ballet contemporáneo, hablan de lo que sienten y de lo que no sienten, se disciplinan con la paciencia del coreógrafo, canalizan alboroto, fobias y pudores y empiezan a bailar. Armonía, torpeza, espontaneidad, ritmo, entusiasmo. Un largo camino hasta que empiezan a apreciar el valor de la representación colectiva y la entrega, a abandonarse a la música y a utilizar el cuerpo para expresarla. Todos los participantes sintieron que el proyecto de baile había sido todo un acierto dentro de un territorio que era totalmente nuevo para ellos.

Aunque varios músicos en la Orquesta Filarmónica de Berlín ya hubieran participado en diferentes proyectos educativos desde septiembre de 2002, fue la primera vez que toda la orquesta se implicó en un mismo proyecto. Para los chicos el proyecto era también como un estreno en muchos sentidos. Hasta entonces, ninguno de ellos había hecho una coreografía junto con una orquesta y un director de pie delante de ellos y con tantos espectadores. Muchos de ellos estaban sobre un escenario por primera vez en su vida.

En 1999, se fundó la Berlín Bürgerstiftung una institución mediante la cual se unían berlineses socialmente comprometidos para apoyar a los jóvenes de la ciudad e integrar a los que tienen dificultades en la sociedad. A través de diferentes proyectos que a menudo están estrechamente vinculados a las escuelas, animan a jóvenes a hacerse más activos e independientes, a la vez que socialmente más abiertos. El objetivo es aumentar su amor propio y la seguridad en si mismos, permitiéndoles desarrollar un sentimiento de responsabilidad hacia ellos y hacia la sociedad.


El proyecto de danza “La Consagración” de la Orquesta Filarmónica fue apoyado desde el principio por la Berlín Bürgerstiftung, que sintió sus propios objetivos e ideales compartidos. “Bailamos no sólo para expresar quiénes somos sino para comunicarnos con otros” dice el coreógrafo Royston Maldoom. Es precisamente esta experiencia con el Bürgerstiftung la que desea contagiar a los jóvenes. Ellos deberían expresar sus sentimientos íntimos y actuar recíprocamente con su entorno.


Para conducir el proyecto de danza “La Consagración” se invitó al internacionalmente reconocido coreógrafo Royston Maldoom a Berlín. Maldoom, nacido en Londres en 1943, ha trabajado a lo largo de su carrera como coreógrafo en varios proyectos profesionales y ha dirigido proyectos de baile dentro y fuera de Europa. En estos proyectos, distintas culturas han estado bailando juntas. Realizó un proyecto de baile con varios grupos étnicos en Zagreb durante el conflicto balcánico, y hubo un proyecto con chicos de la calle en Etiopía, un proyecto multicultural en Sudáfrica, etc. Para la danza, Royston Maldoom fue apoyado por Susannah Broughton y Volker Eisenach. Susannah Broughton ya había trabajado en muchos proyectos de baile con gente de todas las edades, entornos sociales y culturales, incluyendo a criminales y a discapacitados.

La película: ¡Esto es ritmo!

Muy acertadamente, los promotores de la idea decidieron emprender una segunda aventura, paralela a la realización de los ballets: grabar un documental sobre el proceso. La cinta no sólo es válida por sí misma, sino que nos aporta la evidencia de cómo la cultura es un instrumento útil para la sociedad y cada uno de sus individuos. Este vídeo fue posible gracias a la grabación de todos los ensayos, 200 horas de material. No se grabó pensando en acomodarlo a un guión preexistente, sino a la inversa: la película es la narración de lo que pasó durante el trabajo. Fueron necesarios seis meses para seleccionar las escenas.

¡Esto es ritmo! nos acompaña en la evolución personal de tres adolescentes precisamente poco convencidos. Es el caso de Marie, que trata desesperadamente de aprobar secundaria; de Olayinka, que acaba de llegar a Alemania como un huérfano de la guerra de Nigeria y Martin, que lucha por vencer sus inhibiciones durante los tres meses de ensayos. Royston Maldoom y su equipo les incitan a la perseverancia y les enseñan los primeros pasos de baile; pero sobretodo les enseñan que en la actitud como afrontamos la posición de nuestro cuerpo reflejamos el compromiso vital que subyace en nuestro espíritu. Educar el lenguaje del cuerpo nos aporta herramientas para superar o canalizar positivamente los altibajos, la inseguridad, la repentina seguridad en sí mismos, las dudas o el entusiasmo. En cierto sentido el documental es un viaje emocional por mundos nuevos e imprevistos y por las facetas ocultas de nuestras personalidades.
Como sucede con los protagonistas de ¡Esto es ritmo! tras horas, días y meses de trabajo la experiencia artística y pedagógica convierte a los protagonistas en personas orgullosas, aún cuando al principio desconocen todo sobre la música clásica o el ballet contemporáneo, y que descubren un camino que les permite apreciar el valor del compromiso colectivo y la entrega a través de la expresividad del cuerpo.

Marie (14 años) La conocimos en el patio y nos la volvimos a encontrar en el taller en el que evoluciona asombrosamente. Su mejor amiga, Franzi, abandonó en los ensayos, pero Marie se convirtió en una persona con un fuerte deseo de superación . Durante el taller de No Límit aceptó el reto de bailar con bailarines mucho más expertos y mayores. No fue fácil para Marie, pero después de esta experiencia parece haber encontrado finalmente su camino.
Martin (19 años) Al principio se mantuvo escéptico ante el proyecto y dudó sobre participar en el mismo. Durante las ocho semanas del taller se encontró con obstáculos que casi hacen que se rinda. Después del proyecto siguió bailando con el grupo durante varios meses. Ahora estudia Bioinformática en Berlín.

Olayinka (16 años). Había llegado a Alemania hacía 6 meses. En su clase hay 20 adolescentes internacionales con un rasgo en común: todos son refugiados en Berlín e incapaces de hablar la lengua alemana. Olayinka es de Nigeria. Tras el proyecto, Olayinka aprendió alemán en un año y se cambió a un instituto con chicos alemanes. Empezó a vivir en un apartamento propio en vez de una habitación en un hostal. Decidió aprender informática y dejó de sentir nostalgia por su patria.

Esto es Ritmo. DVD
Dirección: Thomas Grube ,Enrique Sánchez Lansch. Producción: Uwe Dierks,Thomas Grube, Andrea Thilo. Música: Karim Sebastian Elias, Igor Stravinsky. Fotografía: René Dame, Marcus Winterbauer. Montaje: Dirk Grau, Martin Hoffman. Intervienen: la Orquesta Filarmónica de Berlín, Sir Simon Rattle, Royston Maldoom y más de doscientos cincuenta escolares alemanes.

http://www.youtube.com/watch?v=1HVv-_WGl54


viernes, 26 de marzo de 2010

Lo sublime

David: La muerte de Marat. 1793



“Cuando personas de diferentes costumbres, vidas, aficiones, edades y formas de pensar tienen una opinión unánime sobre la misma cosa, entonces este juicio y coincidencia de espíritus tan diversos son una garantía segura e indudable en favor de lo que ellos admiran...”

Tratado sobre lo sublime, conservado en la Biblioteca Nacional de París. Manuscrito del siglo X d.C. El texto original es atribuido a Longino (siglo I d.C. )



David: La muerte de Marat. 1793

Este cuadro produce una extraña sensación. El personaje, Marat, exhala su último aliento. Es el retrato de un muerto. O de la muerte misma. Es imposible no sentirse intimidado por la gravedad de ésta y, al mismo tiempo y contradictoriamente, no sentir una curiosa fascinación. Algo en nuestro interior se revuelve, se excitan mil ideas que producen reflexiones y producirán un recuerdo indeleble. La contemplación del cuadro hace que nuestra cabeza hilvane una historia sobre lo que pudo pasar, sienta el frío de la muerte, afecto por el personaje y se posicione ante víctima y verdugo. A esto se refiere el término de "lo sublime" tal y como Edmund Burke lo explica en su tratado "Indagación filosófica sobre el origen de las ideas acerca de lo sublime y lo bello, de 1757 y que causó una profundo interés en filósofos como Kant o Diderot y en artistas como David o Turner.

Con Caspar David Friedrich comienza una deriva que llega a nuestros días. El principio del fin del ideal y la práctica común, de la interpretación del arte como “algo bello para todos”, es transportado en 1793 al óleo en éste y otros como El naufragio de la Esperanza. La obra de arte es entendida durante el clasicismo como la máxima depuración técnica al servicio de ideal de belleza, que es independiente del artista y de sus experiencias vitales. Dice Mozart en sus cartas a su padre: una obra no debe, bajo ningún concepto, reflejar la vida y las vivencias de su autor. A partir de ahora, la obra será el recipiente de lo sublime en sus dos acepciones: Primero, de la naturaleza imponente, que atemoriza y atrae, incluida la naturaleza la propia naturaleza del hombre y sus hechos. Segundo, del componente sobrenatural que diferencia una obra maestra del resto y convierte a su autor en genio. Lo único, lo genial, lo sublime.

Lo sublime en el arte hace nuestra mente sintonice con la idea motivadora de la obra que lo contiene. Dice Longino en el siglo I: “...Nuestra alma se ve por naturaleza transportada en cierto modo por la acción de lo verdaderamente sublime y, adueñándose de ella un cierto orgullo exultante, se llena de alegría y de orgullo, como si fuera ella la autora de lo que ha escuchado”

Sobre estas dos concepciones de lo sublime dice Kant en 1790, tres años antes de La muerte de Marat: “lo sublime no está contenido en ningún objeto de la naturaleza, sólo en nuestra mente”. Par él, un precipicio, un mar embravecido o un paraje tormentoso no es sublime en sí, sólo lo es la obra, como producto de una mente que plasma lo sublime y provoca que otras lo perciban. Esto conecta con lo anterior: si lo que hace que nuestras almas vibren y se dediquen a pensamientos elevados de efectos perdurables no es la cosa, el objeto de arte, el artista se verá entonces obligado a abandonar la búsqueda del ideal y su realización perfecta y a comenzar a investigar otro mundo, el de su mente de los creadores y posteriormente de sus receptores. Dejará de profesar la religión de la universalidad para comenzar una búsqueda en solitario, que generará y favorecerá la visión del artista romántico como genio que busca su propio camino y, por lo tanto, se separa de lo "normal", tanto en el aspecto vital como en el artístico. Así lo dirá el propio David: “un pintor debe pintar no sólo lo que ve ante sí, sino también lo que ve en el interior de sí mismo”...

Pero volvamos a La Muerte de Marat. Es más que probable que el David se planteara de manera perfectamente consciente provocar el efecto de atracción, afecto y compasión que sentimos por el asesinado. Se usa a veces la expresión “El mártir laico” o “El mártir de la Revolución Fracesa” para referirse a este cuadro. No sólo por la verdadera historia de lo que pasó (el escritor y periodista Marat fue asesinado por Carlota Corday, quien le consideraba enemigo de Francia), sino por la propia semiótica del cuadro. David eleva a mártir a su amigo Marat y el asesinato a sacrificio por medio de distintos imágenes recombinadas sabiamente: el torso desnudo, la incisión del cuchillo, las gotas de sangre, la expresión de cierta paz de su cara, la tela blanca como un sudario, la luz tamizada.... son todos elementos mil veces usados en la iconografía de mártires cristianos o de la propia Crucifixión.

Parece que algo se enturbia cuando pasamos de la admiración de una obra que sólo pretende impactar por mérito propio, como las de los periodos anteriores, a una que conscientemente ha buscado la provocación de nuestros sentimientos o pensamientos. Nos produce rechazo esta "manipulación", que está aún muy presente en el arte actual. De nuevo, se plantea el conflicto de lo sublime: rechazo racional contra una primera impresión de atracción. Otra vez el conflicto de lo sublime, que atrae y repele.

Juan Manuel Alonso
Marzo 2010